¡¡¡ B I E N V E N I D @ S !!!


El objetivo de este blog es la orientación familiar en Habilidades Sociales, es decir, está dirigido a padres (preferiblemente de adolescentes)con el fin de informar sobre todo lo relacionado con dichas habilidades, así como de su importancia y de las estrategias necesarias para fomentarlas en el núcleo familiar.



4.- HH.SS.: LA AUTOESTIMA


        De todos los elementos que componen la personalidad, este puede considerarse como uno de los más importantes y significativos, puesto que se considera que es generador de un buen desarrollo del sujeto como persona.

        Un buen autoconcepto y una buena autoestima es generadora de un buen desarrollo emocional, motivacional y personal.

        La autoestima está formada por tres componentes básicos, al igual que cualquier otro comportamiento:

-      Dimensión cognitiva: pensamientos, ideas, creencias, valores, atribuciones, etc.

-      Dimensión conductual: lo que decimos y hacemos.

-      Dimensión afectiva: lo que sentimos, que es el valor que damos a las situaciones, cosas y personas que nos rodean y el valor que nos damos a nosotros mismos.


Todos estos elementos juntos constituyen lo que denominamos la autoestima personal o la evaluación que hacemos de nosotros mismos.



EL AUTOCONCEPTO



        Es la parte cognitiva de la autoestima, es decir, lo que pensamos de nosotros mismos como personas. El autoconcepto respondería a la pregunta: ¿qué clase de personas somos? Se trata de puntos de vista sobre nosotros mismos que nos otorgan una imagen y un valor personal. En resumen sería:



• Lo que yo sé y siento de mí.
• Lo que otros piensan y sienten de mí.


        Lo que me gusta de mi, mi temperamento, mis habilidades, mi forma de hacer las cosas, lo que puedo hacer, cómo luzco, mi presencia física, la historia de mi familia y cómo me afecta a mí, mi pasado cultural, etc.; son elementos del autoconcepto.  Los demás construyen y reflejan la imagen o el concepto que tenemos de nosotros mismos.

        Con frecuencia oímos hablar de personas tímidas, de personas con complejos (incluso de superioridad o de inferioridad), conocemos personas que se arriesgan a hacer las cosas rápidamente, mientras otras piensan un poco o mucho más antes de arriesgarse. Todo esto depende de la clase de autoconcepto o de la imagen que tengan de sí mismos.

        Los niños tienen sus propias ideas acerca de cómo se ven ellos haciendo las cosas que se les da bien, sobre sus preferencias o intereses, sobre las relaciones con los demás y sobre lo que piensan que son capaces de conseguir. Esas ideas propias forman su autoconcepto. Cuando esas ideas son satisfactorias el niño va formando un autoconcepto positivo de sí mismo, se valora favorablemente y da lugar a lo que llamamos una autoestima alta.

        El concepto de sí mismo se desarrolla poco a poco. No es apreciable en los niños pequeños, de los 4 a los 8 ó 9 años aproximadamente, dado que no poseen aún una suficiente consciencia de cómo son, aunque sí de qué hacen.
Es a partir de los 10 u 11 años cuando, en el inicio de la pre pubertad, los niños y niñas ya adquieren una mayor conciencia de quiénes son, cómo son y qué es lo que quieren.




        En la formación del autoconcepto pueden darse alguno de estos tres casos:

1.   El niño puede pensar que no es una persona agradable, que su familia no es buena, que aprende muy despacio, que no puede hacer ni recordar las cosas, tiene miedo de arriesgarse,... En este caso el niño está convencido y predispuesto al fracaso porque piensa que no puede aprender. En este caso, se debe ayudar al niño a arriesgarse a hacer las cosas cuando sus posibilidades de éxito son seguras, así, poco a poco comprobará que sí puede. Debemos ayudarle a que piense que es posible para él.

2.   El niño puede estar orgulloso de lo que es él, cree que su familia es la mejor, que puede hacerlo todo, se arriesga a todo sin razonar. La ayuda consistirá, entonces, en dar a conocer al niño sus aspectos fuertes y débiles, protegerlo evitando que se exponga a situaciones en las cuales no podrá tener éxito, como también decirle que no haga cosas que no están dentro de sus posibilidades.

3.   El niño puede pensar que su familia y él son agradables, que él puede hacer unas cosas bien y que tiene dificultad para realizar otras. Este niño sabe cuándo arriesgarse y cuándo no. El niño tiene, en este caso, un autoconcepto realista y tendrá seguridad para realizar sus trabajos obteniendo los mejores resultados. Se debe permitir al niño experimentar más éxitos que fracasos; pues el fracaso, sentido a temprana edad, crea problemas en los niños con consecuencias que pueden ser impredecibles.


CÓMO FORMAR EL AUTOCONCEPTO EN EL NIÑO

        Todos los padres quieren para sus hijos lo mejor, quisieran obrar de la mejor manera posible, para lograr con ellos los mejores resultados, pero a veces en ese mismo afán de hacer las cosas de la mejor manera posible, se exceden y caen en el otro extremo, que es hacerlo todo por el niño y no le dan oportunidad de practicar por sí mismo. Esto es tan perjudicial como el no hacer nada por ellos.

        En este equilibrio de las acciones, hay que trabajar bastante y con esto se contribuirá a formar un autoconcepto sano en el niño, que lo hará una persona con decisiones propias en el momento preciso, una persona capaz de resolver sus propios problemas y capaz de enfrentar las situaciones de la vida con realismo.

        Hay que dejar hacer al niño, hay que darle tiempo ante su inexperiencia, hay que esperar pacientemente a que termine de hacer las cosas por sí mismo y ayudarle en el momento justo.

Por tanto, para facilitar el autoconcepto es necesario:

  • Darle oportunidad, darle tiempo.
  • Darle confianza, no recordarle sólo lo que no hace bien.
  • Hacerlo sentir importante, valorarlo de forma natural y espontánea.
  • Reforzarlo positivamente en lo que hace.
  • Darle afecto y comprensión.
  • Dejar que tome opciones, permitirle hacer cosas.


        Todos los miembros de la familia y más concretamente los padres, influyen poderosamente en la formación del autoconcepto del niño, especialmente a través de la calidad de las relaciones que se hayan establecido con él o ella.

        El autoconcepto de un niño se forma a partir de sus conocimientos sobre sí mismo, incluyendo su ambiente familiar, su apariencia, sus habilidades, sus gustos y antipatías, su temperamento, su manera de aprender y sus preferencias por ciertas actividades y materiales. El conocimiento y los sentimientos del niño sobre sí mismo, se forman por la manera como él asimila los resultados de sus acciones y las respuestas que recibe de otras personas, especialmente de sus padres, sus maestros y sus compañeros. Su autoconcepto se manifiesta en sus expectativas, nivel de aspiraciones y creencias sobre sí mismo. De modo que, un niño que tenga un autoconcepto saludable tiene creencias y expectativas sobre sí mismo que son realistas, es decir, que no son ni exageradas ni infravaloradas.


Características del niño o la niña con un autoconcepto positivo:

Confianza en su propio criterio.
Capacidad de cuidarse iniciando acciones para conseguir lo que necesita y para decir “no” cuando es necesario (asertividad).
–Confianza al vivir experiencias relativamente nuevas.
–Habilidad para enfocar problemas razonables y para insistir en resolverlos.
–Sus expectativas son razonables sobre lo que puede hacer y en la interacción con los demás.
–Capacidad de aceptar y asumir tanto los resultados positivos como los resultados negativos de sus acciones.
–Aceptación de sus sentimientos tal y como son.



Guías prácticas para mejorar el autoconcepto del niño:

• No le castigue, sin más, cuando cometa un error:
–Explíquele cuál fue su error.
–Cuando usted cometa un error, no tema excusarse ante él.
–Descubra el comportamiento adecuado.

• Diga al niño lo que le gusta de él: su manera de ser, su limpieza u orden a la hora de hacer las cosas, su sonrisa, etc.

• Demuéstrele su cariño con palabras y acciones:
–Acaríciele suavemente, béselo, sonríale, etc.
–Dígale de forma espontánea cuánto lo quiere.
–Relaciónese y comuníquese con él con la palabra y con el “corazón”.

• Haga sentir al niño que él es importante:
–Dele tareas de responsabilidad.
–Hágale partícipe en la organización de muebles, juguetes, objetos personales, etc.
–Sin exagerar, haga resaltar sus buenas actuaciones.

• Use un lenguaje claro y preciso:
–Dígale: “tráeme el plato que está sobre la mesa”, en vez de decir: “tráeme eso que está allí”.

• Estimule su imaginación:
–Cuando cuente alguna historia fantástica, estimúlelo a que cuente más o agregue otras ideas. Déjele hablar y expresarse según su edad.
–Hágale preguntas sobre otros temas y relaciónelos con la historia.
–Hágale preguntas para aclarar situaciones.
Respete y acate lo que el niño le dice.
–Sea comprensivo y respetuoso siempre con él.

• Estimule la creatividad del niño:
–Permítale que juegue o cree diferentes cosas con los recursos del ambiente y material de desecho.
–Designe, en la medida que pueda, un lugar de la casa para que él invente o juegue con barro, pinturas, maderas, cajas, etc.

• Dele oportunidad de hacer tareas sin que usted intervenga:
Asígnele tareas o responsabilidades dependiendo de su edad.
–Déjelo desarrollar su estilo, su personalidad y creatividad.
–Proporciónele materiales, adecuados a su edad, con los que pueda hacer cosas.

• Evite contar los “defectos” de su hijo o hija en su presencia:
–Por norma nunca hable mal de su hijo delante de los demás. Ejemplo: “que es miedoso”, “desordenado”, “es mal estudiante”, “es contestón”, etc.
–Hable de esas cosas con él, pero en privado.

• No se burle del niño:
–Ayúdelo cuando algo le salga mal.
–Cuando llore, evite frases como “los adultos o los hombres no lloran”. Permita la expresión de sentimientos de su hijo.
–Entérese del motivo del llanto, y ayúdelo a enfrentarlo y superarlo.





LA AUTOESTIMA




        Después de saber quiénes somos y la idea que tenemos sobre nosotros mismos, somos capaces de valorarnos, de estimarnos, de querernos en mayor o en menor medida. Eso es la autoestima, la valoración o agrado que se tiene de uno/a mismo/a. Diríamos que es la dimensión afectiva de nuestro comportamiento en la medida en que nos estamos gustando o no, agradando o no, valorando positiva o negativamente nuestro autoconcepto y nuestra autoimagen.

        Las personas con una autoestima suficiente, buena, adecuada (también llamada autoestima alta), se sienten bien y a gusto consigo mismas. Están de acuerdo con su manera de sentir, de pensar y de actuar en relación consigo misma y con los demás. Se diría que es capaz de “ponerse una buena nota” ella misma como persona; porque todo cuanto hace, piensa y siente le produce la suficiente felicidad y bienestar.

        La sana autoestima es el reconocimiento de lo positivo que tenemos en nosotros mismos y el reconocimiento de aquellas cosas o aspectos menos positivos que también tenemos y que no funcionan tan bien como desearíamos. Si somos conscientes de qué aspectos de nuestro comportamiento son los que debemos cambiar, estaremos en el camino de aumentar, mejorar y desarrollar la autoestima.

        En los niños, la autoestima puede tener un buen nivel de desarrollo a través de algunas actividades como, por ejemplo, valorarse mucho como un buen deportista, un buen hijo, o un buen amigo. Sin embargo, cuando se tiene un bajo autoconcepto en lo referido a la escuela, en las relaciones con los amigos, en las relaciones con los demás miembros de la familia,...; esto puede generarles una baja autoestima. De este modo, las personas con una baja autoestima tienden a sentirse a disgusto consigo mismas y proyectan en los demás ese estado de insatisfacción personal que les provoca el no valorarse adecuadamente.


RECUERDE:




        La autoestima no se hereda, no es innata, sino que se aprende de igual modo que se aprenden otros muchos comportamientos, de acuerdo con las experiencias personales del niño. Si en el seno de la familia se vive un clima de comunicación afectiva adecuado entre los padres y hermanos se estará aprendiendo a desarrollar la autoestima. Si se le elogia y valoran las cosas positivas que dice, piensa o siente, se estará desarrollando su autoestima. Si los hijos observan en los padres que ellos mismos poseen una autoestima alta y así lo transmiten en sus relaciones con ellos, estarán en condiciones adecuadas de poder “copiar” el modelo de los padres y aprender por esta vía a desarrollar su propia autoestima.

        La autoestima supone reconocerse como uno es, pero esto no significa que no se haya de aceptar algunas de nuestras características (nadie es perfecto) o cambiar algunos de nuestros comportamientos con el objetivo de mejorar o crecer personalmente. Por ejemplo, cuando un niño es consciente de que se siente valioso para estudiar y sacar buenas notas en el colegio, puede también (y así debería ocurrir si es el caso) ser consciente de que es menos capaz o hábil para el deporte y divertirse con él. Asumir que se tiene esta menor habilidad en este aspecto es un signo de madurez, y asumir que debe esforzarse por cambiar y mejorar sus habilidades en el deporte es motivo de autosatisfacción personal. En este caso, diríamos que este niño posee una sana autoestima, que es capaz de valorar sus cualidades y de reconocer las limitaciones con el propósito de mejorarlas.


Resumiendo:

El AUTOCONCEPTO es lo que pensamos de nosotros mismos como personas.

La AUTOESTIMA es el valor que nos damos a nosotros mismos.




        Estos términos van necesariamente relacionados. Si pensamos que somos una buena persona (autoconcepto), nos valoraremos como valiosos por lo que pensamos, decimos y hacemos (autoestima).

        No obstante, aclarados estos conceptos, en el uso diario solo empleamos la expresión “autoestima” para referirnos al sentimiento y funcionamiento de la persona cuando se atribuye un valor por su forma de sentir y de actuar.



CARACTERÍSTICAS DE UN NIÑO CON UNA SANA AUTOESTIMA

      Lo que hace un niño con una sana autoestima:

ü  Está orgulloso de sus logros.
ü  Actúa con independencia.
ü  Asume sus responsabilidades con facilidad.
ü  Sabe aceptar las frustraciones.
ü  Afronta nuevos retos con entusiasmo.

      Lo que piensa un niño con una sana autoestima:

ü  “Me gusta lo que he pintado”.
ü  “Es difícil montar esa maqueta pero sé que puedo hacerlo”.
ü  “Qué bien que lo he hecho”.
ü  “No salió bien pero no importa, podré mejorarlo la próxima vez”.
ü  “He hecho todo lo que ha sido posible por mi parte”.

Lo que siente un niño con una sana autoestima:

ü Siente un gran orgullo personal por sus logros.
ü Se siente igual que los demás.
ü Se siente “a gusto” consigo mismo.
ü Siente satisfacción personal por su “bien hacer” y por el reconocimiento que hacen los demás de ello.


CARACTERÍSTICAS DE UN NIÑO CON UNA BAJA AUTOESTIMA

     Lo que hace un niño con una baja autoestima

-       Evita las situaciones que le provocan ansiedad.
-       Desvaloriza sus dotes naturales.
-       Culpa a los demás de su propia debilidad.
-       Se deja influir por otros con facilidad.
-       Se pone a la defensiva y se frustrará fácilmente.


  Lo que piensa un niño con una baja autoestima

-     “Nunca dibujo nada bonito”.
-      “Nadie quiere jugar conmigo”.
-      “Nunca hago las cosas bien”.
-      “Todo me sale mal”.
-      “Es difícil, no podré, me saldrá mal”.

  Lo que siente un niño con una baja autoestima

     Se siente infeliz, triste, disgustado.
 -      Siente que los demás no le valoran.
 -      Se siente impotente.



        No obstante, la autoestima de los niños no podemos clasificarla categóricamente como alta autoestima o baja autoestima, puesto que el estado de ánimo varía habitualmente de acuerdo con los acontecimientos que nos ocurren. Así, por ejemplo, algunas situaciones como las enfermedades, los problemas con sus amigos, las malas notas del colegio, etc.; pueden influir de tal manera que un niño con una buena autoestima permanezca durante un período de tiempo más o menos largo con bajo nivel de confianza en sí mismo. Sin embargo, éstos tienes mayores posibilidades de salir exitosos de dichos problemas, pues cuentan con los suficientes recursos personales para ellos. Por el contrario, los niños que habitualmente poseen una baja autoestima tendrán muchas más dificultades para sobreponerse a las adversidades.



CONDICIONES QUE SE DEBEN DAR PARA QUE LOS NIÑOS TENGAN AUTOESTIMA

· VINCULACIÓN
Surge como consecuencia de la satisfacción que obtiene el niño al establecer lazos de relación que son importantes para él y que les proporcionan sus padres y las personas de su entorno, creándose el vínculo afectivo.

• SINGULARIDAD
Es el resultado del conocimiento y respeto que el niño siente por las cualidades o características que le hacen especial o diferente, favorecido por el respeto y la aprobación que recibe de los demás por esas cualidades.

• PODER
Que el niño disponga de los medios, de las oportunidades y de la posibilidad de mostrar sus potencialidades.

• PAUTAS
Que faciliten al niño técnicas para comprender los ejemplos de conducta y conocimientos adecuados que le proporcionan las personas significativas y que le sirven para establecer su propia escala de valores, sus objetivos, sus ideales y aspiraciones personales.



IMPORTANCIA DE LA FAMILIA EN EL DESARROLLO DE LA AUTOESTIMA

        La familia tiene un papel fundamental en el desarrollo de la autoestima del hijo. Las relaciones que se establecen en la familia son las que determinan cómo pueden influir en la autoestima.

        Los hijos aprenden por imitación la autoestima que los padres poseen y les transmiten a ellos. Los padres son unos “modelos” para los hijos y éstos aprenden de acuerdo con lo que día a día observan, escuchan, hablan, en el seno de la familia. Los niños imitan los sentimientos y las actitudes que manifiestan los padres mediante la expresión del rostro, los gestos, el estado de ánimo, los comentarios o ausencia de ellos... Asimismo, aprenden comportamientos concretos sobre el modo de hablar, las maneras de responder, las reacciones, etc.

        Las relaciones de los padres con los hijos están fundamentadas en las pautas o normas educativas que regulan la convivencia entre todos los miembros que la componen. Así, por ejemplo, las normas de horarios que deben cumplirse, las tareas en las que se debe colaborar, los comportamientos en la mesa no solo lo aprenden los hijos a través de lo que se les dice sino también de lo que ven que sus padres hacen. Y lo que los hijos ven que hacen sus padres tiene más fuerza de aprendizaje que lo que estos les dicen. Las exigencias de los padres hacia los hijos para que asuman sus responsabilidades, el estilo de vida que la familia lleva, los comportamientos, etc., influyen notablemente en la formación de la autoestima del niño. Si el niño percibe que todas esas pautas son adecuadas, que los padres las cumplen y estos reconocen y valoran el cumplimiento que hace el hijo, entonces estará aprendiendo a reconocer y a valorar lo bien hecho, lo justo, lo adecuado, lo coherente.

        En definitiva, la familia se convierte en un modelo positivo de imitación en las normas que regulan su convivencia. Pero no olvide que también pueden ser un modelo negativo si los padres no asumen la importancia que ellos tienen en los aprendizajes de sus hijos.

        Los padres transmiten a sus hijos el estado emocional que les caracteriza. En el caso negativo, cuando los padres tienen problemas personales, de pareja, económicos o de otra naturaleza y dichos problemas les afectan, les puede producir un estado emocional alterado. Los padres pueden mostrarse ansiosos, inseguros, desilusionados, pesimistas, deprimidos. El hijo percibe, con demasiada frecuencia, el mal humor del padre o de la madre, las discusiones, los enfrentamientos, las palabras y formas incorrectas viviendo situaciones tensas que afectan negativamente a su autoestima. Se pierde, por tanto, la estabilidad y seguridad afectiva que necesita para sentirse vinculado con la familia.

        En el caso contrario, cuando los padres poseen un equilibrio emocional y una relación de armonía, se transmite de igual modo a los hijos. Si el padre o la madre se muestran seguros, amables, afectuosos, comprensivos, respetuosos entre ellos están ofreciendo un marco de referencia adecuado para que el niño se sienta vinculado con la familia.

        También es muy importante, el estilo educativo que predomine en el núcleo familiar. Actitudes como el autoritarismo o la excesiva permisividad, pueden resultar perjudiciales para el hijo. Una actitud tolerante y flexible aunque firme, y sin que esta actitud se convierta en lo habitual, puede beneficiar la convivencia en las situaciones familiares en las que se produzcan problemas como el cumplimiento de los horarios, la realización de las tareas, etc. Si los padres hacen partícipes a los hijos en las decisiones familiares que se estimen adecuadas, de acuerdo con la edad y de que se trate, estarán fomentando que desarrollen el vínculo, tan necesario para fortalecer la autoestima.

        Todo esto contribuirá, sin dudas, a que nuestros hijos desarrollen una adecuada autoestima. Sin embargo, la acción educativa que desarrolla la familia debe complementarse con la que desarrolla la escuela. El niño no debe percibir a la escuela como algo enfrentado a la propia familia que actúa de modo diferente. Necesita sentirse protegido por ambas instituciones. Ello exige que los padres manifiesten su interés educativo acudiendo a las citas o reuniones del colegio, a las entrevistas con el profesor tutor, colaborando con las actividades que tengan que ver con la educación del hijo y que se puedan realizar en casa.

        Para que los hijos sientan cercana la escuela, los padres deben inculcar en sus hijos el respeto por ella y por los maestros otorgándoles a ambos la autoridad propia de su función y haciendo que sus hijos hagan suya esta actitud.


Lo que pueden hacer los padres para aumentar la autoestima de los hijos

        Hay algunas acciones concretas que son deseables realizar para que los niños y niñas desarrollen una autoestima adecuada como consecuencia de la educación que le transmiten sus padres.



  1. Elogiar y no ridiculizar

        Reforzar (elogiar) significa reconocer los comportamientos positivos de vuestro hijo. No se debe dar por supuesto que el buen comportamiento y la autoestima aparecen por sí mismos sin intentar nada por nuestra parte. El niño necesita que se le reconozca las pequeñas cosas que diariamente hace y que muchas veces pasan desapercibidas por los padres.

        Si se levanta con rapidez por la mañana para ir al colegio, es una buena ocasión para que reciba un comentario halagador de los padres: “Me gusta cómo eres capaz de levantarte tan rápido por las mañanas, ¿cómo lo consigues?”. Si durante unos minutos vuestro hijo ha sido capaz de estar con su hermano/a dialogando, jugando o compartiendo cualquier cosa, es un buen momento para que reciban un comentario como: ¡Que contenta estoy, cómo me gusta  que podáis estar juntos tan tranquilos, os felicito a los dos! Este comentario es un gran reforzador para los dos hermanos.

        En el caso de fomentar la autoestima de vuestro hijo, el refuerzo deberá estar dirigido a aquellas conductas que manifiesten su valoración positiva. Si, por ejemplo, observan un comentario que dice: “Esto es muy difícil, pero si lo intento me puede salir bien. Probaré a ver qué pasa”. Ello sería suficiente motivo para que le dijeseis: “¡Eso está muy bien! ¡Lo importante es tu voluntad para solucionarlo, aunque haya dificultades!, ¡Eres un/a valiente por intentarlo!”
        Los niños necesitan el reconocimiento expreso de los padres sobre lo que hacen o son capaces de hacer. Si un niño dialoga con los padres, éstos pueden encontrar en ese diálogo una habilidad especial del hijo para hablar, interactuar, contar sus cosas. Es una ocasión adecuada para hacer comentarios como: “¡me está gustando cada vez más cómo te explicas!”, “¿te has dado cuenta? Le has dicho lo que sentías sin ofenderlo, eso es una cualidad que pocas personas tienen”, “me agrada tu forma de actuar”,…


        Algunos ejemplos de motivos por los que felicitar al niño:

- La colaboración en las tareas domésticas.
- El permanecer un rato tranquilo y sosegado.
- El mirar a la cara cuando habla con otra persona.
- Obedecer las propuestas de los padres
- Mostrarse amable con los demás miembros de la familia.
- Mantener una buena relación con el hermano o hermana, evitando enfrentamientos.
- Mostrarse alegre, risueño, feliz, ilusionado.




  1. Descubrir sus cualidades

        Los padres conocen perfectamente cómo son sus propios hijos y cuáles son sus comportamientos y reacciones habituales. No obstante, es muy probable que vuestro hijo no conozca bien cuales son todas sus cualidades, posiblemente porque no se haya detenido a pensar en ello.

        A continuación, mostramos una actividad muy útil para que los padres les hagan descubrir cuáles pueden ser sus cualidades. Ésta trata de hacerles completar las siguientes oraciones:

- Yo soy muy servicial porque..............
- Yo soy cortés cuando...........
- En ocasiones sí soy cuidadoso con las cosas porque...............
- Una de mis cualidades es la de ser sincero porque.........
- Soy bastante amable con...............
- A veces hago cosas que ponen contentos a los demás, como por ejemplo.........
- Soy obediente cuando..............
- Soy bastante puntual porque............
- Soy atento con los demás, especialmente cuando...........
- Soy responsable de las cosas porque.......
- Me considero que soy agradecido porque..........
- Soy simpático cuando...........
- Dicen que soy muy expresivo cuando.........
- A veces dicen de mí que soy muy trabajador porque..........
- Algunos amigos dicen que soy divertido porque........



        Es importante saber las cualidades personales que pueda tener su hijo, estas las deben de buscar en lo referido al ámbito escolar, al familiar a su tiempo libre y a las relaciones con los amigos y compañeros.

        Algunas preguntas que podemos hacerles respecto al ámbito escolar son:

- ¿Qué asignaturas te gustan más? ¿Cuáles menos?
- ¿Qué es lo que más te gusta leer?
- ¿Qué es lo que más te gusta escribir?
- ¿Qué cosas se te dan bien en clase?
- ¿Tienes algún problema a la hora de estudiar?


        En lo referido a la familia o a la propia casa:

- ¿Qué cosas son las que se te dan bien en casa?
- ¿Qué es lo que menos te gusta hacer en casa?
- ¿Qué se te ocurre que podríamos hacer para que las cosas fueran mejor en casa?



        Una vez conozca cuáles son las cualidades de su hijo ha de darle oportunidades para que demuestre sus capacidades con frecuencia. Si una de sus destrezas es la de ser un buen dibujante, por ejemplo, le debería indicar que le haga dibujos. Si su habilidad es la de ser un buen lector hágale leer una lectura con usted porque le gusta escucharle.

        Como consecuencia de ello el niño debe aprender a autorreforzarse, es decir, a dirigirse comentarios o pensamientos agradables y positivos sobre lo que hace adecuadamente porque eso le permitirá sentirse más feliz, a gusto con él mismo y aumentar su autoestima.



  1. Decirse cosas agradables de sí mismo.

        Hay ocasiones en las que es importante que el propio niño se diga cosas, a sí mismo, agradables y bonitas. Por ejemplo, cuando realiza esfuerzos extraordinarios para la familia, para los demás, o para superarse a sí mismo: “¡Me siento feliz por esforzarme, poder ayudar a alguien, y conseguir cosas!”

        Decirse cosas agradables a sí mismo tiene una doble función. En primer lugar el reconocimiento de la valía personal y en segundo lugar como una estrategia de ayuda cuando el niño puede tener especial tendencia a resaltar solamente lo negativo: “Es que yo no sé, es que me saldrá mal”, etc. En este último caso es muy indicado enseñarle y practicar con él, si es necesario, a que se diga comentarios positivos y reforzarse para que aumente su valoración personal y su autoconfianza en las cosas que hace.



  1. Mejorar su imagen personal

        Ya vimos anteriormente que la autoestima está basada en el autoconcepto que tiene el niño de sí mismo. Este autoconcepto se basa, a su vez, en la imagen personal que se tiene. La imagen personal está formada por lo psicológico (su manera de pensar, decir, hacer o sentir), y por lo físico (su propio cuerpo). La apariencia o imagen personal es muy importante para estar a gusto consigo mismo, especialmente en la etapa de la adolescencia.

        Los padres pueden ayudar a sus hijos a mejorar su imagen personal del siguiente modo:

- Enseñándole normas sobre higiene personal, limpieza, vestido, aseo, aspecto externo, etc. Explicándoles su importancia y necesidad en las relaciones sociales con los demás.

- En el caso de los hijos adolescentes, cuando éstos manifiesten dificultades sobre su imagen corporal, habrá que explicarles las características de esa etapa evolutiva de la vida para que la comprendan y acepten.


  1. Mejorar otros comportamientos

        Es importante que su hijo descubra cuáles son sus cualidades para que ello le ayude a mejorar su autoimagen, su autoconcepto y en consecuencia, su autoestima. Sin embargo, no debe olvidar que también deben descubrirse aquellos comportamientos que deben modificarse porque no son suficientemente adecuados.

        Para ello es aconsejable tener en cuenta algunas orientaciones que pueden ser útiles para lograr más eficacia y que la corrección se dirija a la conducta en sí, más que a vuestro hijo en particular por su “manera de ser”.
En este sentido, la corrección debe dirigirse a:


  1. Describir la conducta que se desea cambiar: “Tu habitación está aún por arreglar y hay cosas por el suelo que deberían estar en su lugar” (En lugar de decirle: “eres un desastre, un…”).

  1. Dar razones para cambiar su comportamiento: “La habitación debe estar en buenas condiciones por razones de higiene, de orden, de buen gusto y de convivencia” (En lugar de: “porque lo digo yo, y ya está…”).

  1. Reconocer los motivos que haya tenido el hijo para su comportamiento: “Comprendo que te encuentres cansado, que te hayas distraído, que lo hayas olvidado, que no hayas tenido tiempo o que...” (Pero a continuación abordar el comportamiento a mejorar).

  1. Decirle claramente lo que se pretende: “Es necesario que tu habitación quede aseada y en orden. Arregla la habitación. Coloca cada cosa en su sitio”.

  1. Crear compromiso para el cambio de comportamiento. “¿Cómo te las arreglarás para que cada día tengas en orden tu habitación? ¿Qué podrías hacer para acordarte bien de ello? ¿Qué podrías hacer para estudiar más?”.


        Aunque es comprensible que a veces las situaciones no son fáciles de afrontar y resolver y que en otras ocasiones se llega a la “gota que colma el vaso”, debe intentarse el control de ese modo de actuar porque de lo contrario, ni beneficia a la salud emocional de los padres ni ayuda mucho a que el hijo cambie su comportamiento. En el mejor de los casos se resuelven situaciones problemáticas de momento, pero a cambio tiene un gran coste emocional en la autoestima de los padres y del hijo.


  1. Autodescubrirse

        Los niños tienen una percepción y conocimiento de lo que les rodea, en ocasiones, mucho mejor de lo que se conocen a sí mismos.
Una actividad que ustedes pueden realizar junto con sus hijos, es ayudarles a descubrirse y conocerse a sí mismos y a valorar las cualidades que descubran. Para ello, podemos hacerles preguntas como: ¿quién eres tú?, ¿cómo te ves a ti mismo?, ¿cómo es tu cara, tu pelo, tus ojos...?, ¿cuánto mides?, ¿cuánto pesas?, ¿qué piensas de lo que descubres de ti?, ¿cómo te vistes?, ¿qué diferencias hay entre esta foto tuya antigua y esta otra reciente?, ¿estás contento/a contigo mismo/a?¿por qué?, ¿qué cosas de tu comportamiento te gustaría cambiar?¿por qué?, …


        El mensaje educativo que los padres deben transmitir como consecuencia de este “interrogatorio” es el siguiente:


Cada uno de nosotros somos diferentes a las demás personas. Podemos ser altos o bajos, guapos o feos, gordos o delgados, inteligentes o menos inteligentes, más o menos simpáticos, más tranquilos o más nerviosos. Cada uno tenemos nuestra propia manera de ser. Debemos estar contentos con nuestra manera de ser, pero también es muy importante que queramos también cambiar aquellas cosas que no nos gustan, que no sean adecuadas o que no nos benefician.



  1. Ayude a su hijo a tolerar frustraciones

        Enseñe a su hijo que no siempre conseguimos lo que queremos. Este es el mensaje que debe transmitir a su hijo ya desde muy pequeño. Cuando le pide que le compre chuchearías en el quiosco y los padres entienden que eso no le beneficia, el niño debe aprender a no reaccionar bruscamente con una rabieta. Si el enfado se produce y deriva en berrinche y los padres ceden ante él, lo que está aprendiendo el niño es que necesitará una rabieta, y quizás cada vez más grande y durante más tiempo, para poder conseguir lo que quiere. Así no aprenderá a demorar la satisfacción de sus deseos ni entenderá que no siempre se consigue lo que uno quiere. Lograr reaccionar adecuadamente ante esta situación sin montar el numerito es tener capacidad de tolerar la frustración.

       
        Para lograr una buena autoestima y desarrollo de la personalidad, debe transmitir a su hijo que no debe desanimarse o deprimirse cuando alguna cosa que deseaba no la consigue, porque no depende solo de sus deseos o esfuerzos sino de otras circunstancias ajenas a él que tiene que ir descubriendo, aprendiendo y, en algunos casos, aceptando y soportando.


  1. Enseñarle a sentirse orgulloso de sus logros

        Se trata de que su hijo aprenda a valorar sus éxitos personales, expresando con naturalidad y espontaneidad los sentimientos de satisfacción de sí mismo. Cuando se expresan estos sentimientos de valía personal, de logro de objetivos, de forma adecuada, el niño se puede sentir más confiado y seguro de sí mismo. Ello favorece el establecimiento de relaciones interpersonales con compañeros y amigos con una mayor facilidad.


  1. El hijo debe sentirse un miembro importante de la familia

        El niño o la niña deben sentirse miembros importantes de la familia y ello puede desarrollarse escuchándoles, haciéndoles participar en todos aquellos asuntos familiares que los padres estimen oportuno y crean necesario (de acuerdo con su madurez personal como adultos). Es importante consultar a los hijos algunas cosas para que se expresen y digan cual es su opinión, lo que piensan al respecto, valorando sus aportaciones, contemplando como más importante el hecho en sí de participar y aportar, que por la validez o no que pueda tener lo que hayan expresado. Se sentirán valorados y tenidos en cuenta por las ideas que han expresado.


10.  Comunicación fluida con vuestro hijo

        La buena comunicación es la base fundamental en la convivencia familiar. A pesar de que la falta de tiempo y el estrés caracteriza muchas veces la vida de los padres, siempre debería buscarse los momentos del día adecuados para interesarse por las cosas y los problemas del hijo, manteniendo conversaciones afectuosas con él, debatiendo y comentando temas familiares y de intereses comunes o personales, mostrándole y ofreciéndole el apoyo necesario para ayudarle en los problemas personales que pudiera tener. Con ello se pretende animarle a que exprese sus ideas, aunque sean muy diferentes a las que puedan tener ustedes como padres. Pero es importante que vuestro hijo se comunique y se sienta arropado por la ayuda afectiva. Comunicarse adecuadamente con él les permitirá conocerle mejor.

        Una manera de que los padres puedan comprobar si saben muchas cosas de su hijo y de su personalidad, es intentado contestar a preguntas como:

- ¿Cómo se comporta nuestro hijo en la escuela?
- ¿Cómo se comporta en la calle?
- ¿Qué le gusta hacer cuando está solo?
- ¿Qué le pone contento?
- ¿Qué le pone triste?
- ¿Qué le hace enfadar?
- ¿En qué destaca?
- ¿Cuáles son sus fallos?
- ¿Cómo satisface sus necesidades de seguridad y de afecto?
- ¿En qué se parece nuestro hijo a nosotros?
- ¿En qué se diferencia?


11.  Celebrar los éxitos de los hijos

        En numerosas ocasiones los niños, jóvenes y adolescentes experimentan éxitos personales: aprobar un examen, hacer un trabajo eficiente y en su tiempo y ser felicitado por el profesor, obtener un meritorio puesto en una competición deportiva, etc. Todos ellos son ejemplos de pequeños éxitos que nuestros hijos experimentan y que necesitan poderlos compartir afectivamente con los demás: los compañeros, amigos y padres; especialmente para que les sean reconocidos sus méritos, sus capacidades y sus esfuerzos por conseguirlos y alcanzarlos. Es una buena ocasión para felicitarle por el éxito conseguido.

        Estos elogios tienen un poderoso efecto sobre la autoestima, la eleva, la fortalece y les hace muy felices.


12.  Evitar la sobreprotección

        El niño sobreprotegido por sus padres desarrolla un autoconcepto caracterizado por la necesidad de ayuda, de que alguien les diga lo que tienen que hacer y cómo lo deben hacer.

        En los primeros años del desarrollo o primera infancia, hasta los 4 años aproximadamente, los padres están volcados íntegramente en el cuidado del hijo que ha sido hasta hace poco un bebé. La entrada en el colegio marca el inicio de una etapa evolutiva en la que el niño deberá ir realizando cada vez más cosas por iniciativa propia, deberá ser más autónomo y cada vez necesitará menos ayuda en la realización de las cosas, aunque siempre necesite el apoyo, la orientación y el reconocimiento, pero debe ser objetivo educativo de los padres el fomentar la mayor autonomía posible, y que sus logros le sirvan de refuerzo de su autoestima.


        Se trata de hacerles madurar poco a poco, hacerles responsables de sus cosas, de lo que dicen y cómo actúan. Para ello, y ya desde pequeños, se les puede encargar la realización de pequeñas tareas domésticas de colaboración. Ustedes deben hacer el seguimiento correspondiente para que las cumplan, hasta que llegue a ser para ellos un hábito.



13.     Los padres deben ser buenos modelos de autoestima

        Los hijos deben observar en los padres todos aquellos valores que forman parte de una sana autoestima: la responsabilidad, el trabajo, el esfuerzo, la valoración de las capacidades personales, la alegría, la comprensión, el respeto, la colaboración, el afecto, los comentarios amables y de reconocimiento que deben hacerse cuando alguien de la familia hace alguna cosa bien.


14.     Mostrar flexibilidad ante el comportamiento de los hijos

        Es necesario que en la familia existan unas normas y reglas de convivencia que regulen las relaciones entre los miembros que la componen. Esas normas y reglas deben ser adecuadas para que todos las cumplan y exista un buen clima familiar.

        Son normas comunes y convenientes:

- Establecer un horario de llegadas.
- Cuidar las cosas.
- Mantener limpia la habitación.
- Colaborar en tareas domésticas.
- Escuchar a los demás, participar en las conversaciones.
- Etc.

        La lista de normas se podría hacer extensísima y cada familia establece y hace cumplir (o no) aquellas que estima que son más adecuadas al sistema de valores o estilo de vida que tienen los padres. La flexibilidad se refiere a la actitud de los padres de saber escuchar al hijo en sus razones por las cuales no ha cumplido las normas, en ver que de verdad hay en ello, en adaptarlas a las necesidades o circunstancias si el momento lo exige (por ejemplo regresar a casa un poco más tarde por motivo de una festividad). A veces es conveniente llegar a un acuerdo con el hijo para conseguir algunos comportamientos que suelen ser difíciles de conseguir de otra forma por su manera de ser.


15.  Conocer a los amigos de nuestros hijos

        Los padres deben procurar conocer, más o menos, quienes son los amigos de los hijos. Sin llegar a caer en una actitud “policial”, sí es conveniente saber con quién se relacionan nuestros hijos. Esto es comprensible porque, desde su propósito educativo, los padres desean que quienes sean amigos de sus hijos puedan ser también modelos para ellos y compartan o le aporten valores humanos que les ayude a mejorar.


16.     Dedicarle el tiempo necesario

        Uno de los principales problemas en la educación familiar, actualmente, es el tiempo tan reducido del que disponen los padres diariamente para poder estar con sus hijos, ocasionado principalmente por las obligaciones laborales. A pesar de ello, es deseable que encuentren momentos en los que intensifiquen la comunicación cálida y afectiva con ellos y se interesen por sus cosas, sus vivencias, sus preocupaciones y sus problemas. Recuerde que:

“No es tanto la cantidad del tiempo que
pueda estar con ellos, como la calidad”.



17.     Fomentar que vuestro hijo se relacione con grupos

        El vínculo con el grupo se puede fortalecer propiciando o alentando que vuestro hijo se relacione con agrupaciones deportivas si es que practica algún deporte, con agrupaciones de ocio y de tiempo libre: peñas excursionistas, con organizaciones juveniles, etc. La pertenencia a un grupo, asociación o equipo desarrolla el sentimiento de vinculación hacia el grupo y a su vez le da seguridad y autoconfianza. Es una manera de desarrollar los componentes de la autoestima.


18.     Desarrollar su creatividad

        La creatividad, como otros comportamientos, se aprende con la práctica. Los padres pueden fomentar la realización de actividades que estimulen el sentido creativo de los hijos, animándoles a realizar algunas tareas o actividades específicamente dirigidas a ello. Algunos ejemplos de actividades para desarrollar su creatividad son:

- Inventar juegos y cuentos.
- Pintar carteles, modelar, colorear.
- Hacer redacciones escritas.
- Construir objetos y aparatos.
- Etc.


19.     Ayudarle a proponerse metas

        Antes de considerar grandes metas es necesario aprender a plantearse pequeñas objetivos, lo que exige analizar lo que queremos conseguir en pequeños pasos. Por ejemplo, aprobar el curso supone previamente aprobar cada trimestre; aprobar cada trimestre exige prepararse cada día los temas y, así sucesivamente. De modo tal, que pequeñas metas es conseguir objetivos cada día, cambiar pequeñas cosas, mejorar alguna conducta, etc.


20.     Enseñarle a ser responsable

        La responsabilidad es un elemento de la personalidad que contribuye de manera importante a tener una buena autoestima.


21.     Interesarse por cómo le va en el colegio

        Interesarse por los estudios y las relaciones con los compañeros es una manera de demostrarle que se interesa por él y de brindarle seguridad afectiva. Se trata de crear la actitud favorable y el apoyo para ayudarle a no perder la ilusión, la esperanza, el entusiasmo, la actividad y el deseo por superar los problemas escolares que puedan surgir. De esta manera se puede descubrir algunos aspectos que pudieran dificultar los estudios: problemas de atención, concentración o motivación.

        Ante las dificultades escolares, la labor de los padres es la de animarle a pensar en positivo. Veamos los siguientes ejemplos:

En lugar de:
Potenciar:
-      “No podré hacerlo”.
-      “No sé hacerlo pero lo voy a intentar”.
-      “Esto no hay quien lo haga”.
-      “Esto es muy difícil pero pediré ayuda”.
-      “Me saldrá mal”.
-      “Le preguntaré mañana al profesor cómo se hace”.


        Debe prestarse también especial atención a las cosas que sí le funcionan bien a su hijo en el colegio y estimularle a que las mantenga. También es muy importante que tenga en cuenta algunos aspectos y comportamientos que ayudan a mejorar el rendimiento escolar, como por ejemplo:

– La motivación que demuestra hacia el estudio.
– El esfuerzo que pone para aprender.
– La atención que presta al profesor cuando explica.
– El cumplimiento de su horario personal de estudio.
– El disfrutar con los temas que está estudiando.
– Su capacidad para pensar, reflexionar y actuar serenamente.
– La calidad de las tareas que hace: su limpieza, presentación.


22.  Fomentar la autonomía personal

        Un objetivo importante en la educación de los hijos es que éstos aprendan a cuidarse de sí mismos, y para eso hay que enseñarles los conocimientos y las habilidades que necesitan para valerse por sí mismos. La autonomía debe referirse no solamente a las habilidades de alimentación, vestido y salud sino a las relaciones interpersonales y a su autoestima.