¡¡¡ B I E N V E N I D @ S !!!


El objetivo de este blog es la orientación familiar en Habilidades Sociales, es decir, está dirigido a padres (preferiblemente de adolescentes)con el fin de informar sobre todo lo relacionado con dichas habilidades, así como de su importancia y de las estrategias necesarias para fomentarlas en el núcleo familiar.



3.- HH.SS.: LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS

       
   
       
        El conflicto es un hecho cotidiano al que todos nos enfrentamos en nuestro trabajo, en nuestras relaciones de vecindad, en nuestra familia… Se produce de muchas formas, con distinta intensidad y en todos los niveles del comportamiento. Se origina en situaciones propias de la convivencia y de las relaciones humanas, y por ello se ha afirmado que el conflicto es connatural a la vida misma.

        Convivir no es fácil, ni siquiera en nuestras familias. Estas crecen a medida que crecemos las personas que las formamos, y se desarrollan como nos desarrollamos nosotros, y se tambalean cuando nosotros nos tambaleamos. Crecer, desarrollarse, entrar en crisis, resurgir…, son ingredientes del cambio. El crecimiento es cambio, y éste no se produce sin diferencias, sin tensiones, sin crisis. Las personas y las familias a las que pertenecemos avanzamos sorteando obstáculos, tropezando, bordeando el abismo a veces; y salimos adelante, si podemos. A veces juntos, a veces separados, a veces unos en contra de otros, pero casi siempre salimos.


TIPOS DE CONFLICTOS

§  Los conflictos instrumentales
Los conflictos instrumentales son los conflictos “puros” que todavía no están contaminados por sentimientos negativos, personificaciones, reproches, etc. Dos partes tienen un desacuerdo, simplemente no están de acuerdo en qué hacer y cómo hacerlo, y ambas necesitan una solución para seguir adelante. Nos topamos con este tipo de conflicto varias veces al día. No obstante, muy pocas veces llevan a la enemistad o al trauma.

§  Los conflictos de interés
En este caso hay una competencia por recursos limitados o aparentemente limitados. Suele tratarse de dinero, tiempo (tiempo libre) y espacio (¿quién tiene el derecho de ocupar más espacio, en términos físicos y psíquicos?). En el hogar el conflicto puede tratar de la distribución de cuartos, trabajo doméstico y tiempo libre, etc.

§  Los conflictos de valores
Se trata de valores personales o culturales los cuales estamos preparados para defender. ¿Qué es lo que está bien y qué es lo que está mal? Diferencias de visión ética, de tradiciones, de religión, de convicciones, ideales políticos o de derechos humanos, pueden generar tal conflicto.

 

§  Conflictos personales
Conflictos personales pertenecen a la dimensión de conflictos que puede afectar a la vida cotidiana creando una confusión enorme. Los sentimientos profundos y, muchas veces, escondidos juegan un papel principal; y hacen que las partes de un conflicto se tornen inseguras y vulnerables. Ej.: ¿Los demás, qué piensan de mí? ¿Puedo confiar en él/ella? ¿Nos están excluyendo? ¿Nos respetan? ¿Qué hago/decido?




FASES O PASOS NECESARIOS PARA LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS


   La técnica de resolución de conflictos, de M. Gootman, le puede ayudar para cuando trate de enseñar disciplina a sus hijos. Gootman propone siete pasos básicos en el proceso de la resolución de problemas. Después de practicarlos un tiempo, le saldrán de forma más rápida y fácil.

        Tras la explicación de cada uno de los siete pasos, veremos cómo se aplican a problemas específicos relacionados con la disciplina.

Paso 1. Definir el problema
Antes de buscar una solución debe saber cuál es el problema. Resuma los problemas en una o dos frases.

Paso 2. Torrente de ideas
Intente concebir tantas ideas para resolver el problema como le sea posible y anótelas. No se preocupe si las ideas son válidas o no, simplemente, busque muchas. Una idea puede conducir a la siguiente. Una mala idea puede llevar a una buena.

Paso 3. Evaluar las ideas
Con cuidado, repase cada idea que se le ha ocurrido en el paso 2. Tenga en cuenta las personas relacionadas y la situación. ¿Cree que puede funcionar? En caso afirmativo, ¿por qué? Si cree que no, ¿por qué? ¿Es aceptable para todas las personas relacionadas (en este caso con padres e hijos)? Algunas ideas pueden ser aceptables para algunas personas y no para otras.

Paso 4. Seleccionar una idea
La clave está en encontrar una idea aceptable para todas las partes implicadas y que usted crea que puede funcionar mejor para resolver el problema definido en el paso 1.

Paso 5. Probar la idea
Lleve a cabo la solución que ha elegido en el paso anterior.

Paso 6. Evaluar su efectividad
Compruebe si la solución que ha elegido funciona. ¿Le ha resuelto el problema que ha definido en el paso 1?

Paso 7. Decidir
Si su respuesta al paso 6 es sí y la solución le resuelve el problema, ha terminado: trabajo realizado. Si, por contra, su respuesta es negativa, no se desanime. También puede:

a) Volver al paso 4 y elige otra solución.
b) Volver al paso 2 para idear más soluciones.
c) Volver  al paso 1 para asegurarse de que ha definido el verdadero problema.


        No se rinda si el problema persiste. Podrá resolverlo si no se rinde. Ánimo, sabemos de sus dificultades con su tiempo, pero inténtelo.

        Veamos algunos ejemplos de la vida real que muestran cómo el método de la resolución de problemas le puede ayudar a saber qué hacer cuando nuestros hijos adoptan una actitud o conducta que no es de nuestro agrado. Con calma, vamos a repasar todos los pasos anteriores para mostrarle cómo hacerlo. Con un poco de práctica, esos pasos serán algo automático para usted y no le llevarán mucho tiempo.


  • EJEMPLO 1: Daniel tira del pelo a su hermano pequeño hasta que el bebé llora.

Paso 1. Definir el problema
“¿Por qué tira del pelo al bebé?”

Paso 2. Torrente de ideas
• “Tiene celos y es una forma de llamar mi atención”.
• “Simplemente siente curiosidad”.
• “No se da cuenta de que le hace daño”.

Paso 3. Evaluar las ideas
• Celos. “Tal vez se sienta celoso. He estado ocupada con el bebé y no he dedicado mucho tiempo a Daniel”.
• Curiosidad. “Como nunca antes ha tenido bebés cerca, puede que tenga curiosidad”.
• No se da cuenta de que le hace daño. “Seguramente sabe que le hace daño”. “Después de todo, a él le dolería si otro niño le tirase del pelo”.

Paso 4. Seleccionar una idea
En este caso, las dos primeras razones parecen lógicas y evitar que Daniel tire del pelo al bebé implicaría soluciones para ambas causas. De todos modos, debemos de tener en cuenta que a la hora de resolver problemas, puede ser que haya más de una sola causa para un mismo problema. En ese caso, deberemos probar todas las posibles soluciones.

Paso 5. Probar la idea
- Preguntas previas que puede hacerse: “¿Cómo puedo lograr que Daniel no esté celoso del bebé y cómo puedo satisfacer su curiosidad para que no le tire del pelo?”

- Algunas ideas: “Pasaré todo un día fuera con Daniel”, “dedicaré más tiempo a Daniel cuando el bebé duerma”, “trataré de hablar con él  mientras doy el pecho al bebé”, “le enseñaré a cuidar del bebé y delegaré en él ciertas responsabilidades”, “evitaré dejarlo con el bebé a solas”, “trataré de hacerle razonar para que deje tranquilo al bebé”, etc.

- Conclusión: “Por lo tanto, pasaré más tiempo con Daniel cuando el bebé está durmiendo y hablaré con él mientras doy de mamar al bebé. También le enseñaré a tratar al bebé con suavidad, pero, para estar más segura, no lo dejaré a solas en una habitación con el pequeño”.

- Poner en práctica la idea: La madre de Daniel se esfuerza por pasar más tiempo con él cuando el bebé está durmiendo y le cuenta cuentos cuando puede. Procura no dejar a Daniel solo con el bebé, pero también le enseña a tocarlo con suavidad.

Paso 6. Evaluar la efectividad
Daniel deja de tirar el pelo al bebé.

Paso 7. Decidir
El problema está resuelto, temporalmente, pero usted tendrá que pensar la forma de evitar que la situación se repita, si esto ocurriera.




Ejemplo 2: Un sábado por la noche, Elena de dieciséis años, llegó a casa una hora más tarde de lo acordado.

Paso 1. Definir el problema
“¿Por qué ha llegado tarde?”.

Paso 2. Torrente de ideas
En este caso, es importante escuchar a Elena para entender por qué ha llegado tarde. Tal vez tenga una explicación perfectamente justificada.

Hay varias razones que a usted se le pueden ocurrir:

• “Se le olvidó comprobar la hora”.
• “No quiso dejar de seguir divirtiéndose en ese momento”.
• “No quería que sus amigos le juzgaran de blanda”.
• “No pudo encontrar una forma segura de volver a casa”.

Paso 3. Evaluar y seleccionar una idea
Procure que Elena se sienta cómoda para confiarle la verdad, y luego acepte sus palabras. En este caso, vamos a suponer que Elena dice que había perdido la noción del tiempo.

Paso 4. Resolución del problema
“¿Qué hacer para que Elena no pierda la noción del tiempo de nuevo y llegue tarde?”.

·      Ideas (Elena lo puede hacer sola o con usted).

- Llevar un reloj con alarma.
- Pedir a un amigo que se lo recuerde.
- Atarse un hilo para acordarse de mirar la hora.
- Que usted la llame para recordárselo.

·      Evaluar y seleccionar una idea. Claramente Elena prefiere que sus padres no la llamen para recordárselo y decide llevar un reloj que suene treinta minutos antes de la hora.

Paso 5. Probar la idea
Elena lleva el reloj siempre cuando sale.

Paso 6. Evaluar la eficacia.
No vuelve a llegar tarde.

Paso 7. Decidir la eficacia.
El problema está resuelto. No obstante, si la solución no funcionara, habría que volver al paso 3 y pensar qué hacer para acordarse de volver a la hora indicada.



        Con práctica, esta forma de resolver problemas le podrá ser fácil y le resultará rentable. Sus hijos aprenderán a hacerlo siguiendo su ejemplo. Además, pueden colaborar con usted en las tres fases generales de la técnica de resolución de problemas: determinar el porqué, prevenir la repetición y aplicar las consecuencias.



OTRAS ESTRATEGIAS PARA RESOLVER CONFLICTOS

    a)  EL DIÁLOGO ENTRE PADRES E HIJOS: SU IMPORTANCIA PARA RESOLVER CONFLICTOS

        La comunicación es el mejor modo de intentar resolver los conflictos. Si bien es cierto que no todo diálogo consigue eliminar la tensión entre los interlocutores, y también es cierto que determinadas palabras no hacen sino agravarla, no obstante, el diálogo parece un medio privilegiado para alcanzar el entendimiento y lograr la negociación.

        En cualquier conflicto de relación intervienen básicamente tres elementos:



        Intentar resolver un conflicto mediante el diálogo supone, por tanto:

• Definir claramente el problema, exponer abiertamente todos aquellos aspectos que pueden originar el conflicto.

• Saber expresar y poner el nombre a los sentimientos que en cada uno de los implicados provoca dicho desacuerdo.

• Encontrar las alternativas viables para resolverlo y lograr los acuerdos posibles, de modo que la solución sea satisfactoria para las dos partes sin que ninguno pueda considerarse vencedor o perdedor absoluto.


        Acostumbrar a sus hijos a utilizar este sencillo esquema de resolución de problemas o conflictos y utilizarlo en la relación con ellos, puede ser de gran utilidad, sobre todo con los adolescentes. Pero recuerde que necesita ser practicado desde los primeros años de sus hijos para que cuando lleguen a la adolescencia lo vean como normal.


        Para facilitar la comunicación, sería conveniente considerar los siguientes  aspectos:

  • Propuestas frente a órdenes. Proponer la conversación en lugar de imponerla. Una conversación donde una persona hable y escuche sólo puede tener lugar si esa persona quiere.
  • Comprensión frente a distanciamiento. Cuando nuestro hijo adolescente hable, debemos hacer un esfuerzo por comprenderle, por pensar en qué estará sintiendo o pensando para decirnos eso. Esto no debe confundirse con estar de acuerdo con él de manera incondicional.
  • Oferta frente a demanda. Ofrecer momentos y espacios para conversar, asumiendo una parte de la responsabilidad de que la comunicación exista.
  • Hablar del futuro. Dedicar más tiempo y esfuerzo a hablar sobre qué nos gustaría que pasara, qué haríamos si pasara, cómo nos gustaría que sucediera, etc. Dando por sentado que puede pasar y que probablemente pase.

        Cuando nuestros hijos crecen, esperamos de ellos que aumenten su responsabilidad. Esperamos que colaboren en más cosas, que lo hagan por iniciativa propia o que asuman las consecuencias de sus decisiones. Simultáneamente, vamos a tener mayor facilidad para confiar en ellos, en sus recursos y capacidades para organizarse y para cuidarse, incluso para cuidar a personas de su entorno como, por ejemplo, hermanos pequeños.

        La responsabilidad está íntimamente ligada a la libertad. Cuando los padres sienten y comprueban que sus hijos son más responsables, tienen menos dificultades para ofrecerles confianza y libertad para actuar y decidir según su criterio. Del mismo modo, con frecuencia se muestran más responsables cuando disfrutan de mayor capacidad de decisión.

        Veamos ahora algunos casos prácticos donde resultaron útiles todas estas orientaciones.

 CASO I: “IGNORA MI OPINIÓN. SE COMPORTA COMO SI FUERA UNA EXTRAÑA”




Cuando Lucía cumplió quince años, sus padres notaron un cambio que les sorprendió por inesperado y repentino. Empezó no sólo a ignorar sus opiniones y consejos, si no que con frecuencia hacía exactamente lo contrario de lo que se le recomendaba.

Alex e Iría siempre habían tenido una relación amplia con Lucía. Ella les contaba sus pequeñas y grandes inquietudes, sus alegrías y sus disgustos. Conocían a todas sus amistades y los planes que disfrutaban haciendo juntos. A raíz del cambio, Lucía se convirtió en una desconocida para ellos. No conseguían prever sus respuestas. Desconocían detalles sobre sus planes de ocio, y ella rechazaba de manera obstinada cualquier conversación al respecto.

Cuando pasaron varios meses, Alex e Iría empezaron a perder la confianza en Lucía. Si hasta entonces no había tenido una hora establecida para llegar a casa, ya que no lo encontraron necesario (siempre llegaba pronto) decidieron que las 22.30 sería la hora límite para que Lucía regresase.

También surgieron discusiones sobre sus responsabilidades en casa. Lucía había sido una chica bastante cuidadosa con su aspecto y sus objetos personales, y ahora se mostraba poco cuidadosa e incluso desafiante en su manera de vestir y su habitación empezaba a definirse como la clásica “leonera”.

Alex e Iría se dieron cuenta de que cada vez confiaban menos en su hija, lo que se traducía en intentos de conversación forzosa por parte de sus padres que Lucía eludía con evasivas o con respuestas poco respetuosas.

Ambos padres hablaron sobre qué actitud adoptar al respecto. Decidieron evitar enfrentamientos abiertos o tratar de obligar a Lucía a hacer cosas que no quisiera hacer, puesto que eso no era eficaz y provocaba más tensión familiar que no sólo les afectaba a ellos tres, sino también a Olivia y Raúl, hermanos de Lucía. Pero decidieron ser muy consecuentes con su actitud.

Ellos tratarían de facilitar a Lucía todos aquellos planes o actividades que implicaran algún tipo de responsabilidad; se ofrecerían a ayudarla sin exigir nada a cambio, pero proponiendo aspectos que ella pudiera hacer. Cuando quiso dormir fuera de casa, le pidieron que les llamara antes de medianoche. Cuando quiso pintar su habitación, ellos le pidieron que hiciera limpieza de trastos viejos. Cuando Lucía quiso disponer de una mayor cantidad de dinero semanal para sus gastos, ellos le pidieron que se encargara de acompañar a su madre a hacer la compra.

Muy pronto, la relación con Lucía resultó más fácil. Sin necesidad de que ella lo reconociera, confiar en ella le hizo sentir más relajada y de mejor humor. El no tener la sensación de estar siendo interrogada o juzgada por sus comentarios, facilitó que Lucía les contara más sobre sus planes y sus amigos. En general, confiar en ella facilitó que ella se hiciera digna de su confianza.


¿QUÉ DIO RESULTADO?

-    Mantener aquello que quiero mantener, confiar. La confianza entre las personas es un vínculo de doble dirección. Es muy difícil que alguien, en este caso nuestra hija de quince años, confíe en nosotros si no siente que confiamos en ella. Respetando su necesidad de disponer de una mayor intimidad, ofrecer confianza es la mejor manera de facilitar recibirla.

-    Intercambios equitativos: dar para recibir. Cuando nos ofrecemos a facilitar algo a alguien, algo que es importante o al menos atractivo para esa persona, facilitamos una situación que nos permite proponer un nuevo intercambio. Es muy interesante en negociaciones con adolescentes, al hacer alguna concesión en algo que es fundamental para ellos, conseguir algo que sea fundamental igualmente para los padres. En líneas generales, ofrecer libertad a cambio de responsabilidad y viceversa.




CASO II: “TODOS LOS DÍAS ME PELEO CON MI HIJO”.

David y María tuvieron durante muchos meses un problema con su hijo Jesús. Jesús se mostraba desafiante y despectivo cuando se le llamaba la atención, lo cual crispaba los nervios de su padre, que exigía respeto. Esta situación fue empeorando. Las broncas y los gritos en casa eran cada vez mayores. Incluso, en algunas ocasiones, llegaron a las manos. Llegó un momento en que parecía dar igual qué hubiera sucedido, todo se resolvía de la misma manera.

Tras varias conversaciones, David y María llegaron a algunas conclusiones que facilitaron las cosas.

David empezó por darse cuenta de que no le estaba resultando útil exigir respeto gritando ni insultando. Incluso reconoció que en esos momentos, él también faltaba al respeto a su hijo, poniéndose a su altura. Como no se consideraba capaz de calmarse con su hijo cerca, decidió que cada vez que sintiera que perdía los nervios saldría de casa y esperaría a estar tranquilo antes de volver.
David y María también pudieron identificar que en la mayoría de los casos, la discusión se iniciaba cuando le exigían a su hijo que hiciera algo que le costaba mucho hacer, casi siempre relacionado con los estudios. Decidieron que podrían pedirle más a menudo cosas que le costase menos hacer; por ejemplo, Jesús no solía poner muchas dificultades cuando se le pedía ayuda para poner o quitar la mesa o para hacer recados fuera de casa como ir a comprar. Así mismo, cuando le hablaran de estudios sería de manera puntual, poco insistente y haciendo preguntas o sugerencias en lugar de dando órdenes.

Tras pasar algunas semanas, los tres notaban que el número de discusiones había disminuido considerablemente, así como la intensidad de las mismas. Evidentemente, aún había días que se disgustaban, pero conseguían resolverlo mucho mejor.

Aunque es cierto que los resultados escolares de Jesús no mejoraron significativamente, David y María se sorprendieron mucho al darse cuenta de que tampoco empeoraron.


¿QUÉ DIO RESULTADO?

-      Alejarse de la situación. Si no nos sentimos capaces de hablar con calma, dejemos la conversación para más adelante. En primer lugar, David dejó de aplicar un intento de solución que no solo era ineficaz, sino que empeoraba notablemente la situación. Fue muy hábil el hacer algo muy distinto: en lugar de tratar de hablar con su hijo en ese momento, empezó a “huir” de su hijo en ese momento.

-      Pedir cosas asequibles, tener presente qué características de nuestros hijos nos resultan más útiles y recurrir a ellas con frecuencia. Además, el clima familiar cambió notablemente cuando empezaron a no exigirle aquello que le costaba hacer, y a pedirle cosas que le resultaban asequibles. De repente, Jesús dejó de sentirse perseguido por sus fallos y empezó a sentirse querido por sus habilidades.

-      No insistir con los fracasos; tener presente qué características de nuestros hijos nos preocupan más y ser delicados al hablar de ellas, evitando hablar sólo de ellas. No es extraño que durante la adolescencia, padres y madres dediquen mucho tiempo y esfuerzo a atender, vigilar y tratar de modificar los aspectos menos deseables de sus hijos. De esta manera los convertimos en aspectos muy importantes y omnipresentes, y dejamos olvidados aquellos aspectos agradables y admirables de nuestros hijos. A menudo, estos aspectos agradables pasan a un segundo plano y se tornan prácticamente irrelevantes.



CASO III: “DICE QUE ESTUDIARÁ MAÑANA, PERO MAÑANA NUNCA LLEGA”.


Cuando Noa empezó tercero de E.S.O., su actitud hacia los estudios cambió mucho. Sus padres no la veían estudiar nunca. Siempre que le preguntaban por sus deberes o los exámenes, escuchaban respuestas evasivas y muy generales, como: “ya los he terminado”, “está semana no tengo exámenes” o “mañana lo haré”.

Según pasaban las semanas su preocupación fue en aumento, y con la primera evaluación se confirmaron sus temores, puesto que llegaron muchos suspensos.

Miguel y Nerea trataron de hablar con Noa, que les dio las explicaciones habituales: “ese profesor me tiene manía”, “he tenido mala suerte en los exámenes” y “en la recuperación me lo saco sin problemas”. Miguel y Nerea trataron de ayudar a Noa preguntándole con frecuencia por las tareas, por los exámenes y por las notas. También la apuntaron a una academia dos tardes a la semana, a pesar de las protestas de Noa, para que la ayudaran a recuperar los suspensos.

Cuando llegó la segunda evaluación, la situación resultó similar en lo referente a las notas. Pero además descubrieron que Noa había faltado a la academia con frecuencia y varias veces había dejado de ir a algunas clases en el instituto. Cuando trataron de hablar con Noa, ella respondía a la defensiva, negando sus ausencias al principio y aferrándose a su capacidad para tomar decisiones después.

La situación mejoró cuando Miguel y Nerea decidieron cambiar su manera de afrontar el problema. Tras barajar todas las alternativas que se les ocurrieron, se dieron cuenta de que no podían imponer la ayuda a Noa, puesto que si ella no quería, esa ayuda fracasaría, como había sucedido con la academia. De modo que, lo primero que hicieron fue decirle a Noa que, efectivamente, ella tenía una edad en la cual ellos poco podrían ayudarla en los estudios si ella no quería, aunque se ofrecieron a escuchar cualquier propuesta que ella pudiera hacerles.

Siguiendo esta misma idea, pensaron que hacer frecuentes preguntas que a ella le resultaban incómodas no facilitaba que hablasen del tema, de modo que padre y madre se comprometieron a no hablar de los estudios de Noa sin su permiso. Desde aquel momento, siempre que quisieron preguntarle por ese aspecto, previamente le pidieron permiso con frases y preguntas como “no sé si es buen momento ¿puedo preguntarte por tus clases?” Fueron muy habilidosos al no tratar el tema muy a menudo, ni insistir en las ocasiones en que Noa descartó hablar con ellos en ese momento. Procuraron plantear la conversación no como una obligación de su hija, sino como una necesidad de ambos padres para estar más tranquilos.

La tensión en casa disminuyó rápidamente, puesto que sólo hablaron de estudios cuando ella les dio permiso. Las notas no mejoraron con rapidez, pero cuando llegó el verano, fue Noa quien propuso buscar una academia para preparar las asignaturas que habían quedado pendientes para septiembre. Con el paso de los meses, Noa se responsabilizó de sus estudios y no era extraño que fuera ella quien sacara el tema para hablarlo con sus padres.



¿QUÉ DIO RESULTADO?

-      No imponer la ayuda a alguien que la rechaza. Los padres aceptaron la negativa de su hija a acudir a la academia y esperaron a que ella sintiera la necesidad de recibir ayuda para preparar sus exámenes. Los adolescentes tienen una necesidad creciente de sentirse autosuficientes. Dentro de esta autonomía, debemos incluir la recepción de ayuda o soporte. Para que acudir a una academia sea algo beneficioso, el alumno debe entender la ayuda como algo positivo y no como un estorbo o un castigo. En general, podemos ofrecer ayuda, pero debemos tratar de evitar imponerla.

-      Tratar de obligar a alguien a hablarnos de algo que prefiere no contarnos… ¡es una manera eficaz de conseguir que no quiera hablarnos de nada! Pedir permiso para preguntar por un tema delicado tiene buenos resultados en cualquier caso: si no nos dan permiso trasmitimos respeto cambiando de tema, y si nos dan permiso, la conversación será más cómoda y más productiva.



CASO IV: “MIS PADRES NO ENTIENDEN LO DURO QUE ES PARA MÍ”.


Andrea tiene trece años, y durante los últimos meses ha vivido muchos cambios. Su grupo de amigas ya no es el mismo. Con sus amigas de infancia apenas tiene ya nada en común, y la relación que tiene ahora con sus nuevas amistades es mucho más estrecha e íntima. Además, las conversaciones que tiene con ellas son interesantes y relevantes, dedican muy poco tiempo a “hacer cosas” y mucho tiempo simplemente a “hablar de cosas”. Frecuentemente discute con sus padres. Siente que no se dan cuenta de que aspectos fundamentales para ellos, como las notas, el vocabulario o la forma de vestir, para ella también son importantes, aunque de otra manera.

Andrea siente que sentirse a gusto y segura de sí misma con las prendas de vestir es muy importante, pues le permite mostrarse como ella quiere a sus amigos y amigas, e incluso a personas que pudiera conocer. Tiene muchas ganas de poder elegir una profesión que le guste, y sabe que para eso es importante obtener buenos resultados en los estudios. Sin embargo, concentrarse en clase le cuesta horrores y sin darse cuenta se descubre pensando en “sus cosas” y sin idea de lo que está explicando el profesor.

En casa es similar, se sienta a estudiar pero nota que apenas empieza a repasar, le surgen multitud de pensamientos e ideas que le dificultan concentrarse en la tarea.

Sus padres tratan de hablar con ella, pero parece que hablen otro idioma. Siempre dicen más o menos lo mismo y no parece que se preocupen por lo que a ella le preocupa.

Ayer Andrea les pidió sentarse a hablar los tres con calma. Lo primero que les pidió fue que la escucharan. Les explicó que si las notas son malas no es porque no quiera estudiar o se desinterese del tema, sino porque le cuesta mucho ser constante en el estudio y disciplinada con los horarios. También les habló de sus sensaciones y de lo importante que era para ella estar a gusto con sus amigos, puesto que con ellos sí se sentía comprendida.

La relación entre Andrea y sus padres ha mejorado notablemente, puesto que desde esa conversación, Luis y Carmen tratan de ser mucho más cuidadosos para escucharla bien y más cautos al opinar sobre la situación.

Parecen más comprensivos con su forma de vestir y con su forma de hablar, a la que ya no dan tanta importancia, y se ofrecen a ayudarla siempre que ella se lo pida.


¿QUÉ DIO RESULTADO?

-      Desde que la hija muestra iniciativas para hablar con sus padres, estos están mucho más tranquilos. Los padres y las madres tienen la necesidad de sentir que saben lo que ocurre en la vida de sus hijos, para poder ayudarles y protegerles. Recibir iniciativas por parte de sus hijos en las que les cuenten cosas o les consulten dudas y decisiones les permite sentir que existe un canal de comunicación por el que pueden ayudar.

-      Ser francos con los padres les facilita entender mejor lo que hacen sus hijos y les permite ser más eficaces a la hora de ayudarles. Ya hemos hablado de la necesidad de mostrarse y sentirse autosuficientes que tienen los chicos y chicas en la adolescencia.

         A veces esta autosuficiencia genera bloqueos al tratar de ocultar o enmascarar las dificultades que se encuentran o las prioridades personales. Cuando la hija reconoció que no conseguía concentrarse en sus estudios, pero que tenía interés en sacarlos adelante, la situación con sus padres fue más fácil puesto que les resultó más sencillo entender el problema y buscar soluciones.





b)  ELABORACIÓN DE UN CONTRATO

        A veces resulta de gran ayuda conversar o redactar un contrato conjuntamente para evitar que el problema se repita. Dicho contrato puede combinar la razón por la cual su hijo/a cree que se da el problema y cómo considera que es posible evitar la repetición, así como las consecuencias si no se cumple.

        También le puede ser de gran utilidad elaborar un contrato para tratar de resolver esta situación. A continuación, mostramos algunas de las cosas que tiene que contemplar ese contrato.

CONTRATO DE MUESTRA

- Esto es lo que pasó.
- Ésta es, según mi opinión, la razón.
- Éstas son formas efectivas de que no se repita.
- Esto es lo que quiero hacer para que no se repita.
- Esto ocurrirá si no lo cumplo (consecuencias/ castigos).



        Periódicamente revisen el contrato y comprueben si funciona. Si es así, estupendo. Pero si no, insistan hasta que el problema esté resuelto. No se den por vencidos, recuerden que la constancia hace que se interioricen las cosas y se cree el hábito, logrando alcanzar muchos objetivos que parecían imposibles.


c)  TOMA DE DECISIONES

        En el proceso del desarrollo de la responsabilidad, de la autonomía personal, de la autoestima y de la seguridad en sí mismo, es fundamental la toma de decisiones. Al niño hay que enseñarle paso a paso (y dejarle hacer) para enfrentar situaciones y tomar decisiones dentro de ellas.

        Enseñar a tomar decisiones implica, por tanto:

– Una postura frente a su hijo de confianza en él, de paciencia ante sus aprendizajes, de comprensión (que no indiferencia) y permisividad ante sus errores, confusiones y olvidos.

– Una actitud abierta al diálogo con su hijo.

– Un dejarle pensar, sugerir propuestas y dejarle actuar.

– Un no reprocharle constantemente los errores, sino estimularle a continuar actuando.


        Por tanto, para desarrollar la capacidad de tomar decisiones en sus hijos recuerden:

Para enseñar a los niños a ser responsables, hay que facilitarles y darles las máximas oportunidades para tomar decisiones desde pequeños. Es importante tener en cuenta que su capacidad para adoptar decisiones eficaces varía con la edad y que es diferente para cada niño (en función de las diferencias individuales), y por supuesto existen algunas decisiones que los niños no deben aceptar (ni se les debe plantear) en razón de su edad, grado de madurez o experiencia.


 
En el hogar hay que crear un ambiente adecuado, en el que se espere que el niño tome decisiones. Esto debe de convertirse en un proceso consciente para él: debe saber que las está tomando y que se espera de él que lo haga.


 
Los niños que aprenden a tomar decisiones saben resolver mejor sus problemas. Los padres deben ayudar a los hijos a que comprendan que existen alternativas en casi cualquier situación que se les plantee y que, por tanto, decidir consiste en elegir una entre ellas, intentando escoger la más adecuada.

También pueden contribuir a que sus hijos desarrollen la toma de decisiones si les indican cómo las han tomado ustedes y les hacen ver los resultados obtenidos al tomar las decisiones correctas, es decir, aquellas que satisfacen las necesidades de su hijo y de los demás.


 
Saber tomar decisiones correctas es la base para desarrollar el sentido de poder o de control sobre las circunstancias que rodean la propia vida. Poseer la sensación de controlar o influir es absolutamente necesario para tener una elevada autoestima y un firme sentido de la propia valía.

 

Ser indeciso es una manera de ser irresponsable. Ser indeciso cuando hay que escoger, supone que los demás carguen con la responsabilidad de efectuar la elección. Cuando los niños son indecisos, suelen manipular a los padres para que decidan en su lugar.

Esto es normal e incluso adecuado si se trata de niños pequeños, que carecen todavía de la experiencia y la información necesarias. Pero una conducta indecisa repetida, indica que el niño no está desarrollando su sentido de la responsabilidad.

La toma de decisiones es un proceso que se desarrolla con la práctica a lo largo de la vida (como todos los componentes de la personalidad). Por ello, hay que empezar a enseñarla a la edad adecuada y de forma progresiva.


 
Mostrarse decidido supone afrontar siempre algunos riesgos. Aparece una relación estrecha entre la capacidad de tomar decisiones y la autoestima. Los niños con autoestima elevada son capaces de afrontar los riesgos normales de la vida con mayor confianza. Por ello, si la autoestima de su hijo es baja, usted como padre debe disminuir los riesgos, de manera que su hijo pueda adoptar sus decisiones con mayor éxito y seguridad.

Ayúdele formulando la tarea lo más claramente posible, sin ambigüedad, de este modo contribuirá a que tome sus decisiones con más confianza.


 
Para ayudar al niño a actuar decididamente usted como padre debe proporcionarle aquellos recursos que le permitan adoptar sus decisiones con el mayor grado de seguridad y eficacia posible. Los padres que animan y permiten a sus hijos tomar decisiones, les están ayudando a lograr ser, poco a poco, más responsables consigo mismo y con los demás.


 
En la toma de decisiones el saber que existen límites a nuestro comportamiento es importante, por cuanto que el niño sabe hasta dónde puede llegar y si puede o no traspasar esos límites. De modo que, los niños que carecen del sentido de los límites suelen optar por elecciones que luego les acarrean problemas y que a los demás les producen incomodidades.

Usted como padre, puede contribuir a fomentar el sentido de los límites creando un sistema en el que éstos sean evidentes y queden claros para el niño, y en el que las consecuencias por rebasarlos sean coherentes y predecibles. Todo ello ayuda al niño a perfeccionar sus decisiones. En caso contrario, las alternativas suelen resultar demasiado amplias como para que un niño pueda tomar decisiones acertadas.



 
        Usted puede contribuir a conformar el sentido de los límites de distintas maneras:

• Sabiendo claramente lo que espera de su hijo.

• Exponiendo sus normas o reglas de manera que sus hijos las entiendan, incluyendo la distribución y asignación de responsabilidad de las tareas y deberes que se dan en su casa.

• Averiguando si su hijo entiende estas normas, bien haciéndolas repetir o bien guiándole mientras las cumple.

• Estableciendo claramente los límites de tiempo razonables para realizar tareas, sin ambigüedades.

• Explicando a su hijo las consecuencias de no hacer las cosas. Estas consecuencias deben aplicarse coherentemente sin crear en su hijo sentimientos de culpabilidad o remordimientos en usted y sin que ambos sufran.

• Redactando y colocando un cartel con todas las reglas y las obligaciones, de modo que no pueda alegarse como excusa “el olvido”.

• Participando el padre y la madre en la explicación de las reglas al hijo. Así sabrá que ambos la apoyan y mantienen.

• Consiguiendo que todos los hijos (sean chicos o chicas) tengan responsabilidades similares, con los acoples necesarios en función de su edad y de sus habilidades particulares.

• No olvide nunca adaptar todas estas sugerencias a la edad de su hijo: niño, púber o adolescente.

 
        Otro aspecto importante en el desarrollo de la toma de decisiones, es enseñarle al niño a elegir entre varias opciones. No hay que dejarle siempre elegir todas las posibles opciones, sino impulsarle e insistir que elija una de todas las que se le ofrecen (la que más le guste, le convenza o convenga). Es importante que el niño se decida por sí mismo por una opción y aprenda a soportar la frustración que representa renunciar a las otras.

"ACTUAR CON RESPONSABILIDAD ES TANTO TOMAR DECISIONES CONSIDERANDO LA POSIBILIDAD DE PERJUDICAR A OTROS, COMO ESTAR DISPUESTOS A ASUMIR LAS CONSECUENCIAS QUE SOBREVENGAN POR TALES DECISIONES."



ECUERDE: